entrevista
William C. Gordon
“La búsqueda de la justicia social ha sido
el tema central de mi vida. Los
marginados siempre salen mal
parados”
Nadie como William C. Gordon, escritor estadounidense
y esposo de Isabel Allende, para enfrentarse a las
estructuras del poder y desenmascarar sus abusos,
siempre en favor de los más débiles, buscando la justicia
y la igualdad. “Si quieres leer de mí, lee a Isabel Allende.
Si quieres conocerme, lee mis libros”, afirma quien
después de 47 años ejerciendo como abogado litigante
tuvo la idea de escribir la
historia de su vida.
CARMEN
MORENO
FOTOS:
LAURA MUÑOZ HERMIDA
Si hace dos años alguien me hubiera preguntado quién es WilliamC. Gordon, habría tenido que responder
aquello que con tanta gracia dice William de sí mismo: “William, Who?”. Ni
siquiera le hubiese reconocido por los libros de Isabel Allende porque no soy
lectora de la autora (perdóneme la señora Allende, si llega a leer este artículo).
Pero, hace dos años, mientras cubría como periodista la Semana Negra de Gijón
para esta revista, la jefa de prensa del festival literario nos avisó de que el director de la muestra, Paco Ignacio Taibo II, iba
a presentar a un autor norteamericano que seguía la escuela clásica de la novela negra.Desde aquel día, he leído tres de las cuatro novelas de
William C. Gordon que, como decía Taibo en aquella presentación, “estaba en la
estela de las novelas de siempre”, con dos grandes diferencias: Gordon consigue
quesus personajes no sean lineales, sino que se conviertan en
figuras tridimensionales, con más de un plano y más de una sombra; y la durísima
crítica social que hace el escritor californiano no contra los estadounidenses,
sino contraun sistema corrupto que aísla a las minorías. San Francisco, 1963. Carlos y Roberto, dos hermanos que trabajan
en Conklin Chemical, sufren una severa intoxicación mientras limpian un
contenedor.
Solo Roberto logra sobrevivir, pero su estado es muy crítico. Samuel
Hamilton se encarga de cubrir la noticia, mientras sigue investigando unos
extraños sucesos ocurridos en Chinatown: veintiún ancianos del barrio han muerto
de forma inesperada. El análisis forense demuestra que todos ellos habían
bebido agua embotellada de la misma marca, que contenía una cantidad mortal de
arsénico.A medida que avanza la investigación, Samuel se da cuenta de
que los dos casos están relacionados. A cada nueva revelación, va adentrándose
en una compleja trama de corrupción en la que se ve involucrada una de las más
sagradas esferas del poder: la justicia.
-¿Quién es Samuel Hamilton? ¿De dónde sale?
-Samuel Hamilton
salió de mi. Primero no quería un detective “macho” como protagonista, quería
un vago perdido que esta depresivo y un poco borracho que con el tiempo podía
cambiar y tener fuerza, pero también que no podía hacer las cosas solo y
necesitaba otras personas para tener éxito. Empecé lento, situándole en un
tiempo donde no había cosas modernas como teléfonos móviles o máquinas de fax y
ADENA. Entonces yo y el lector podíamos observarlo, crecer lentamente para
hacer la persona que ya es en mi última novela. La cosa más importante de él es
que no es el típico “macho”. Esta buscándose a sí mismo al mismo tiempo que
está buscando al criminal. Creo que todo lo que escribe el autor es
autobiográfico como decía Hemmingway y, sin duda, quería sentir el personaje,
hacerle crecer, exactamente, como yo también he crecido escribiendo estas
novelas. La cosa que no sabía era que iba tener el éxito que ha tenido y que
iba tener que explicarlo en una manera tan personal. No te olvides que hay
otros personajes que también cumplen para expresar mis sentimientos en estas novelas y, lo que no dice Samuel, lo dicen otros.
Como decía Hemingway,
todo lo que
escribe el autor es
autobiográfico como
mis personajes, como yo
mismo, que he
crecido escribiendo estas
novelas
-En tu nueva novela vuelven a aparecer los inmigrantes
ilegales como grandes víctimas, no sólo de un individuo, sino del sistema, ¿qué
te asusta más la explotación del hombre por el hombre, o que el sistema anule
al ser humano y lo convierta en un número más?
-La búsqueda de la
justica social ha sido el tema central de mi vida. La persona marginal siempre
sale mal parado en cualquier sociedad. Desde que “el gringo” robó el Oseste de
México, el (y ella) se convirtieron en marginales dentro de esta región, pero
no están solos. Ahora vienen de todo el mundo. No creo que esta situación vaya a
mejorar. Yo hablo de lo que he visto en mi propia vida, pero si uno lee la
historia se dará cuenta de que esto siempre ha pasado. Puedes intercambiar la
raza, los países... Y me temo que en el futuro las cosas no van a cambiar.
-Dices
que muchos personajes te representan de algún modo, ¿quiénes son Bernardi y
Melba con respecto a William Gordon?
-Bernardi es la voz de la ley: justo y,
al mismo tiempo, firme. Juzga a la gente en base a las pruebas, no por lo que
son. Melba es diferente porque es una persona real con que la tuve una relación
durante 25 años y a quien yo quería mucho. Ella refleja mis valores de cariño y
fortaleza hacia los que tiene cerca.
-Has
sido abogado durante muchos años, incluso has llegado a participar en el caso
Allende, del que no te gusta hablar, ¿has utilizado alguna vez uno de esos
casos en tus novelas?
-Todavía no, pero uno nunca se sabe qué
va pasar. Si tiene cabida en lo que estoy escribiendo, puedo usarlo, pero no lo
planeo con antelación. La verdad, es que me dejo sorprender.
-Se
suele decir de ti que escribes a la manera clásica tus novelas, pero no usas a
las mujeres a la manera clásica, como meros objetos, ¿por qué decidiste no
comportarte como uno de los tantos escritores machistas de novela negra?
-Eso es el punto. No quería el macho en
estos libros y, si aparecían, quería usarlos como los típicos machistas. Mi
madre crio tres hijos sola, ocho de mis diez casas del zodíaco son femeninas y tengo
mujer. No puedo tratar a las mujeres como objetos porque no lo son. Además me
encantan las mujeres como personas y amigas.
--En la novela los personajes no quedan
satisfechos con los dos veredictos que dicta el juez, ¿es un reflejo de lo que
piensa William Gordon?
-Estaba escrito para ser injusto. El
primero de los sucesos es injusto, pero pasa generalmente. En la realidad, el
Fiscal no hubiera seguido investigando hasta a ese punto porque no tenía pruebas.
El segundo era un abuso muy fuerte porque el tipo era absolutamente culpable y
era una injusticia imperdonable. Debía estar preso.
-Hablas
de lo difícil que le resulta a Samuel Hamilton no tener trabajo. Imagino que
conoces la situación de España con respecto a la falta de empleo, ¿qué
responsabilidad crees que tiene el ciudadano y cuánta los poderes fácticos?
-Depende. Creo que en la situación de EEUU
y España la gente quizá tenga muy poca responsabilidad porque el Gobierno dejó
que la corrupción destruyera la economía.
-Samuel
le dice a Blanche, la hija de Melba, cuánto le ha cambiado la vida, ¿quién y
cuánto le ha cambiado la vida a William?
-Eso es exageración. Intento que sigan
juntos porque las historias de amor ayudan a superar los traumas. También es
hija de Melba. Si lo dejasen se romperían.
-En
un momento de la novela mencionas el asesinato de Kennedy y cuánto afecta a los
personajes, ¿crees que cuando se haga público el expediente JFK nos llevaremos
una sorpresa?
-Kennedy no fue el mejor presidente de
EEUU. Era un momento de esperanza para la gente joven y se pintó como un
príncipe. Fue horrible tanto para el
país como para su familia lo que le pasó. La verdad es que tomó decisiones que
no eran tan buenas para el futuro del país. Él es el promotor de la idea
anticomunista de los gobiernos de Sudamérica que llevó a Nixon a cometer los
crímenes contra Chile. Sí que hizo cosas buenas contra el racismo. Pero, al
fin, era una historia escrita en Hollywood.
“Kennedy no fue el mejor
presidente de
EEUU. Era un momento de
esperanza
para la gente joven y se
pintó como un
príncipe. Fue horrible lo
que le pasó”
-¿Por
qué la presencia de la comunidad china en tus novelas? ¿Qué importancia tienen
para ti?
- Porque Chinatown en San Francisco es el gueto chino más grande de todo
el mundo. Se formó porque el estadounidense no les dejó vivir en otras partes
de la ciudad. Era un gueto como el gueto mexicano donde vivía yo en los
Ángeles. Simplemente, uno, no puede ignorar esa parte de San Francisco, donde
se quedaban costumbres muy antiguas se mantienen durante tantos años. Es
sumamente fascinante, aunque, realmente, sé muy poco lo que pasa allí. La mayor
parte la imagino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario